lunes, 25 de junio de 2007

Guerra

Mi empresa es infinita, pero vivo de sus piojos, los piojos del infinito. Ahí donde se entierran los sentidos. Donde los cementerios sólo son siestas. Creer eso me hizo frágil. Ahora que se que son de palas. No intento ni siquiera abrir los ojos. Sólo vivir cerrando. Cerrando todo lo que se me presente. El ser es un oxigeno invertido, las cosas tropiezan conmigo y no al revés como en un buen cristiano.

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