viernes, 30 de noviembre de 2007

Nietzsche

Ando en busca de un convento laico como estas palabras de Nietzsche que recojo como tréboles, «donde se hable mucho, se lea poco y apenas se escriba...»

«¿Por qué tan duro - dijo en otro tiempo el carbón de cocina al diamante - ; ¿no somos parientes cercanos?" ¿Por qué tan blandos? Oh hermanos míos, así os pregunto "yo" a vosotros. ¿Por qué tan blandos, tan poco resistentes y tan dispuestos a ceder?"

«Es necesario no haber sido nunca complaciente consigo mismo. Es necesario contar la dureza entre los hábitos propios para encontrarse jovial y de buen humor entre verdades todas ellas duras».

Pero cuando ese Hombre se esculpía a sí mismo como el más fuerte, decaía como un trompo que se cansa del juego centrífugo, se arrincona en los viajes que no tolera en soledad. Necesito una palabra estúpida, mándeme una palabra estúpida, con el absurdo del roer , no es fácil ser alfarero de nuestro propio barro, lodo absurdo que padece y se abre , que cuando se rompe sólo se escucha vacío y en vez de salir un alma con trompetas, sale un “no hay nada” cruel y susurrante , el conocimiento tiende a ser concreto de ciudades, cuando se adquiere se transforma en escultura, y las creencias , todas con olor a orina. Que cansancio es volverse a nombrar a si mismo día a día.
Que distinto es el Nietzsche de muñeca cruel el escritor que no se adecua a su carácter respetuoso y amable. Un sol mentiroso.

«Mis amigos, los que saben más de mi vida, dicen que, si no soy el hombre más feliz, soy, al menos, el más animoso... Mi aspecto es excelente; mi musculatura desarrollada por las marchas, es como la de un soldado; el estómago y el vientre están en orden. Mi sistema nervioso se encuentra, teniendo en cuenta la extraordinaria actividad a que está sometido, en estado excelente, muy fino y muy fuerte.»

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